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 | La primera vez que uno intenta fotografiar niños es como adentrarse en territorio desconocido. Y muy lentamente nos logramos adaptar a la perspectiva de la mirada de un niño. Con bastante frecuencia adoptamos el punto de enfoque del adulto, miramos hacia abajo. Pero si realmente queremos entrar al mundo de los niños debemos ponernos a su altura, mirarlos a los ojos. Muchas veces el fotógrafo se acuesta de espaldas, se sienta en el suelo o se arrodilla. Esta es la manera de sacar fotos naturales que cuenten una historia. Un efecto adicional se logra con la reproducción natural de las proporciones. |