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Una de las diferencias más notables que se observan al trabajar con cámaras digitales es que, aunque ya no hace falta llevar carretes de película, hay que asegurarse de disponer de pilas suficientes o de baterías recargables de repuesto. Nada funciona sin electricidad y las cámaras digitales consumen grandes cantidades de energía, sobre todo si se mantiene el monitor LCD encendido.
Las pilas normales parecen a primera vista un medio económico de suministrar energía a la cámara. Sin embargo, dado que no son recargables, a la larga suponen costes considerables si se utiliza mucho la máquina. La ventaja es que las hay prácticamente en todas partes: si es necesario, se pueden comprar en un quiosco o en una gasolinera.
Las baterías recargables de níquel-metalhidruro son probablemente las más utilizadas en las cámaras digitales que admiten pilas tipo AA. Son relativamente económicas, duran bastante y pueden recargarse muchas veces si se dispone de un buen cargador.
En comparación con las antiguas baterías recargables de níquel-cadmio, tienen la ventaja de que no sufren de “efecto memoria”, por el que la capacidad de la batería disminuye mucho con el tiempo si se recarga demasiado pronto, es decir, antes de que se agote por completo.
Las baterías recargables de iones de litio casi siempre tienen un diseño especial para las máquinas que las utilizan. Estas baterías tienen gran capacidad, de modo que las cámaras digitales pueden mantenerse en funcionamiento durante más tiempo y tomar numerosas fotos.
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Las cámaras digitales se parecen a las videocámaras en un aspecto: el “balance de blancos”. El problema fundamental es que existen distintos tipos de luz, cada uno de los cuales tiene un color diferente, lo que se conoce como la temperatura de color. Según cuál sea la hora de luz diurna o la fuente de iluminación artificial que se utilice, la luz puede tener un carácter más azulado (frío) o un efecto más rojizo (cálido), por ejemplo, al anochecer.
Si el balance de blancos no se ajusta correctamente, la foto se decolora. En este caso, se ha utilizado el ajuste de "lámpara fluorescente" para tomar una foto a plena luz del día, con lo que se obtiene un matiz azulado muy pronunciado. En la mayoría de los casos resulta muy conveniente utilizar la función automática de la cámara, mientras que en situaciones límite se pueden obtener buenos resultados con el ajuste manual, por ejemplo, cuando se toman fotos de interior con fuentes de luz "mixtas".
Por lo general, no es necesario prestar atención al balance de blancos: todas las cámaras digitales incorporan una función automática que intenta adaptar la atmósfera de color de la foto a la temperatura de luz medida. Además, muchas cámaras disponen de ajustes predefinidos, por ejemplo, "Pleno sol", "Nublado", "Luz artificial-fluorescente" y "Luz artificial-incandescente".
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